Jornada de Divulgación y Sensibilización de las personas con TEA. Parte 3.

Terminamos la publicación de los materiales de la Jornada celebrada el pasado 14 de Diciembre con una presentación más y una carta que a todos nos resultó especialmente emotiva. La carta de una madre a su hijo con TEA que consiguió arrancarnos por igual lágrimas y sonrisas. 

"Querido Antonio:

Cuando naciste, me pareciste el niño más bonito del mundo. Ya sé que casi todas las madres decimos lo mismo, pero es que era verdad. Me acuerdo cuando las enfermeras te llevaron al día siguiente a lavarte, y volviste a la habitación con la raya al lado y oliendo a colonia de bebé: eras un regalo.

No habíamos observado nada extraño en tu comportamiento; pero con unos cinco meses de vida, el pediatra nos comentó que podías ser un lactante de riesgo neurológico. ¿Qué quería decir aquello? Yo sólo veía a un bebé guapo y redondito que se parecía a mí.

A partir de aquella tarde, nuestra vida empezó a conducirse en otra dirección. El mundo de pronto había cambiado para nosotros.
Comenzaron nuestros peregrinajes por distintos médicos, especialistas aquí y en otras ciudades, en busca de un diagnostico que nos dijera lo que queríamos oír: que no te ocurría nada, y que ya madurarías como los demás.
Pero también observábamos la realidad: no te mantenías erguido como los otros bebés, con tu primer añito de vida no te sostenías de pie, aparentemente no te interesaba nada de tu alrededor, no me pedías ayuda…Fueron meses de angustia y mucha ansiedad.

Se fue confirmando lo que te pasaba: tenías un trastorno de espectro autista. Nos parecía imposible; no sabíamos nada sobre este asunto, comenzamos a informarnos sobre tus terapias, dando también muchos palos de ciego,…y llegó APNABA, tu segunda casa, en todos los sentidos. Allí te deben de tratar muy bien, porque sonríes mucho al llegar por las mañanas.
Cuando ellos empezaron a trabajar contigo eras un niño cero: no mirabas, ni sujetabas ningún objeto, ni andabas; sólo protestabas y llorabas cuando querías conseguir algo. Recuerdo esa mirada ausente que tenías, sin saber nunca hasta qué punto te enterabas de lo que sucedía a tu alrededor…

De pronto un buen día, con cuatro años y medio, ¡comenzaste a andar!; nos emocionamos muchísimo; en tu “cole”, todos tus “profes” te aplaudieron, y muchos, igual que nosotros, lloraron de alegría.

Ahora, cuando te veo andar por los pasillos de casa, haciendo tus típicos ruidos, cuando entras en la cocina para indicar que tienes hambre y le pegas un mordisco a la fruta, cuando vienes de prisa a ver cómo se hace tu puré al oír la batidora, cuando oyes el “Moving” de Macaco y te ríes, cuando ves a otros niños en el parque y disimulando te alegras, cuando al pasar por la misma calle te metes en la tienda de golosinas y agarras tu bolsa de gusanitos,…Nos parece mentira. Para nosotros son grandes regalos del cielo.

Ahora ¡a ver si hablas! Que lo estamos esperando. Sobre todo tu hermana, que ha dejado de comer “chuches” para ver si lo consigues.

De cualquier forma, Antoñito, te queremos como eres, exactamente como eres (bueno, sin que te tires al suelo en mitad de la calle, y sin que te despiertes a las 6 de la mañana los fines de semana). Nunca pudimos imaginar todo lo que ibas a llegar a enseñarnos cuando entraste en nuestras vidas.

Y cuando estés con tus “profes”, terapeutas y cuidadores, dales todos los días muchos abrazos (de esos que ellos te enseñan), porque con su vocación, juventud y alegría están haciendo tanto por ti y por nosotros.

¡¡Gracias por existir!!

Te quiere, tu madre. "

Charlas paralelas (2ª parte)

Saludos y hasta dentro de unos días...

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